Hace solo 11 días, el 19 de enero, bajo el título de “Es hora ya de
hacer algo”, escribí:
“Lo peor es que en gran parte las soluciones dependerán de los países
más ricos y desarrollados, quienes llegarán a una situación que
realmente no están en condiciones de enfrentar sin que se les derrumbe
el mundo que han estado tratando de moldear…
“No hablo ya de guerras, cuyos riesgos y consecuencias han transmitido
personas sabias y brillantes, incluidas muchas norteamericanas.
“Me refiero a la crisis de los alimentos originada por hechos
económicos y cambios climáticos que aparentemente son ya irreversibles
como consecuencia de la acción del hombre, pero que de todas formas la
mente humana está en el deber de enfrentar apresuradamente.
“Los problemas han tomado cuerpo ahora de súbito, a través de
fenómenos que se están repitiendo en todos los continentes: calores,
incendios de bosques, pérdidas de cosechas en Rusia [...] cambio
climático en China [...] pérdidas progresivas de las reservas de agua
en el Himalaya, que amenazan India, China, Pakistán y otros países;
lluvias excesivas en Australia, que inundaron casi un millón de
kilómetros cuadrados; olas de frío insólitas y extemporáneas en Europa
[...] sequías en Canadá; olas inusuales de frío en ese país y en
Estados Unidos…”
Mencioné igualmente las lluvias sin precedentes en Colombia, Venezuela
y Brasil.
Informé en aquella Reflexión que “Las producciones de trigo, soya,
maíz, arroz, y otros numerosos cereales y leguminosas, que constituyen
la base alimenticia del mundo -cuya población asciende hoy, según
cálculos a casi 6 900 millones de habitantes, ya se acerca a la cifra
inédita de 7 mil millones, y donde más de mil millones sufren hambre y
desnutrición- están siendo afectadas seriamente por los cambios
climáticos, creando un gravísimo problema en el mundo.”
El sábado 29 de enero el boletín diario que recibo con noticias de
Internet, reprodujo un artículo de Lester R. Brown publicado en el
sitio web Vía Orgánica, fechado el 10 de enero, cuyo contenido, a mi
juicio, debe ser ampliamente divulgado.
Su autor es el más prestigioso y laureado ecologista norteamericano,
quien ha venido advirtiendo el efecto dañino del creciente y cuantioso
volumen de CO2 que se viene lanzando a la atmósfera. De su bien
fundamentado artículo, tomaré solo párrafos que explican de forma
coherente sus puntos de vista.
“Al comenzar el nuevo año, el precio del trigo alcanza niveles sin precedentes…
“…la población mundial, casi se ha duplicado desde 1970, aún seguimos
creciendo a un ritmo de 80 000 000 de personas cada año. Esta noche,
habrá 219 000 bocas más que alimentar en la mesa y muchas de ellas se
encontrarán con los platos vacíos. Otras 219 000 se sumarán a nosotros
mañana por la noche. En algún momento este crecimiento incesante
comienza a ser demasiado para las capacidades de los agricultores y
los límites de los recursos terrestres e hídricos del planeta.
“El aumento en el consumo de carne, leche y huevos en los países en
desarrollo que crecen rápido no tiene precedentes.
“En los Estados Unidos, donde se cosecharon 416 000 000 de toneladas
de granos en 2009, 119 000 000 de toneladas se enviaron a las
destilerías de etanol a fin de producir combustible para los
automóviles. Eso bastaría para alimentar a 350 000 000 de personas al
año. La enorme inversión de los Estados Unidos en las destilerías de
etanol crea las condiciones para la competencia directa entre los
automóviles y las personas por la cosecha de granos mundial. En
Europa, donde buena parte del parque automotor se mueve con
combustible diesel, existe una demanda creciente de combustible diesel
producido a partir de plantas, sobre todo a partir del aceite de colza
y de palma. Esta demanda de cultivos portadores de aceite no solo
reduce la superficie disponible para producir cultivos alimentarios en
Europa, sino que también acelera el desbroce de los bosques tropicales
en Indonesia y Malasia a favor de las plantaciones productoras de
aceite de palma.
“…el crecimiento anual del consumo de granos en el mundo desde un
promedio de 21 000 000 de toneladas anuales en el período de 1990 a
2005 ascendió hasta 41 000 000 de toneladas al año en el período
2005 a 2010. La mayor parte de este salto enorme puede atribuirse a la
orgía de inversiones en destilerías de etanol en los Estados Unidos
entre 2006 y 2008.
“Al propio tiempo que se duplicaba la demanda anual de crecimiento de
granos, surgían nuevas limitaciones por el lado de la oferta,
inclusive cuando se intensificaban aquellas de larga data como la
erosión de los suelos. Se calcula que la tercera parte de las tierras
cultivables del mundo pierden la capa vegetal más rápido que el tiempo
que se necesita para la formación del suelo nuevo a través de los
procesos naturales, perdiéndose así su productividad inherente. Están
en el proceso de formación dos grandes masas de polvo. Una se extiende
por el noroeste de China, el oeste de Mongolia y el Asia Central; la
otra se ubica en el África Central. Cada una de ellas es mucho mayor
que la masa de polvo que afectó a los Estados Unidos en el decenio de 1930.
“Las imágenes de satélite muestran un flujo constante de tormentas de
polvo que parten de estas regiones y generalmente cada una de ellas
transporta millones de toneladas de capa vegetal valiosa.
“Mientras tanto, el agotamiento de los acuíferos reduce rápidamente la
extensión de las áreas irrigadas de muchas partes del mundo: este
fenómeno relativamente reciente es propiciado por el empleo a gran
escala de las bombas mecánicas para extraer el agua subterránea. En la
actualidad, la mitad de la población del mundo vive en países donde
los niveles freáticos descienden a medida que el bombeo excesivo agota
los acuíferos. Una vez que se agota un acuífero hay que reducir
necesariamente el bombeo según el ritmo de reposición si no se quiere
que se convierta en un acuífero fósil (no renovable), en cuyo caso el
bombeo cesará totalmente. Pero más tarde o más temprano los niveles
freáticos descendentes se traducen en una elevación de los precios de
los alimentos.
“Las extensiones irrigadas disminuyen en el Oriente Medio, sobre todo
en Arabia Saudita, Siria, Iraq y posiblemente Yemen. En Arabia
Saudita, que dependía totalmente de un acuífero fósil hoy agotado para
su autosuficiencia en cuanto al trigo, la producción experimenta una
caída libre. Entre 2007 y 2010, la producción de trigo saudita
descendió en más de dos tercios.
“El Medio Oriente árabe es la región geográfica donde las escaseces de
agua crecientes provocan la mayor reducción de la cosecha de granos.
Pero los déficit de agua realmente elevados están en la India donde
según las cifras del Banco Mundial hay 175 000 000 de personas que se
alimentan de granos producidos mediante el bombeo excesivo [...] En
los Estados Unidos, el otro gran productor de granos del mundo, se
reduce el área irrigada en estados agrícolas fundamentales como
California y Texas.
“El ascenso de la temperatura también hace que resulte más difícil
aumentar la cosecha mundial de granos con la rapidez suficiente para
ir a la par del ritmo sin precedentes de la demanda. Los ecologistas
que se ocupan de los cultivos tienen su propia regla generalmente
aceptada: por cada elevación de un grado Celsio en la temperatura por
encima del nivel óptimo durante la temporada de crecimiento cabe
esperar un descenso del 10% en el rendimiento de los granos.
“Otra tendencia emergente que amenaza a la seguridad alimentaria es el
derretimiento de los glaciares de montañas. Esto es especialmente
preocupante en los Himalayas y la meseta del Tibet, donde el hielo que
se derrite procedente de los glaciares alimenta no solo a los grandes
ríos de Asia durante la estación seca como el Indo, el Ganges, el
Mekong, el Yangtzé y el Amarillo sino también los sistemas de regadío
que dependen de estos ríos. Sin este derretimiento de los hielos la
cosecha de granos experimentaría una gran caída y los precios
ascenderían proporcionalmente.
“Por último, y a largo plazo, los casquetes de hielo que se derriten
en Groenlandia y el oeste de la Antártica, unido a la expansión
térmica de los océanos, amenaza con elevar el nivel del mar hasta seis
pies durante este siglo. Incluso una elevación de tres pies provocaría
la inundación de las tierras arroceras de Bangladesh. También dejaría
bajo agua a buena parte del Delta del Mekong, donde se produce la
mitad del arroz de Viet Nam, el segundo exportador de arroz del mundo.
En total, hay aproximadamente 19 deltas fluviales productores de arroz
en Asia donde las cosechas se reducirían considerablemente a causa de
la elevación del nivel del mar.
“La inquietud de estas últimas semanas es sólo el principio. Ya no se
trata de un conflicto entre grandes potencias fuertemente armadas sino
más bien de mayores escaseces de alimentos y precios ascendentes de
los productos alimentarios (y del trastorno político a que esto
conduciría) que amenazan a nuestro futuro mundial. A no ser que los
gobiernos procedan pronto a revisar las cuestiones de seguridad y
desvíen los gastos de usos militares hacia la mitigación del cambio
climático, la eficiencia hídrica, la conservación de los suelos y la
estabilización demográfica, según toda probabilidad el mundo
enfrentará un futuro de más inestabilidad climática y volatilidad de
los precios de los alimentos. Si se siguen haciendo las cosas como
hasta ahora, los precios de los alimentos solo tenderán a subir.”
El orden mundial existente lo impuso Estados Unidos al final de la
Segunda Guerra Mundial, y reservó para sí todos los privilegios.
Obama no tiene forma de administrar la olla de grillos que han creado.
Hace unos días se derrumbó el gobierno de Túnez, donde Estados Unidos
había impuesto el neoliberalismo y estaba feliz de su proeza política.
La palabra democracia había desparecido del escenario. Es increíble
como ahora, cuando el pueblo explotado derrama su sangre y asalta las
tiendas, Washington expresa su felicidad por el derrumbe. Nadie ignora
que Estados Unidos convirtió a Egipto en su aliado principal dentro
del mundo árabe. Un gran portaaviones y un submarino nuclear,
escoltados por naves de guerra norteamericanas e israelitas, cruzaron
por el Canal de Suez hacia el Golfo Pérsico hace varios meses, sin que
la prensa internacional tuviera acceso a lo que allí ocurría. Fue el
país árabe que más suministros de armamentos recibió. Millones de
jóvenes egipcios padecen el desempleo y la escasez de alimentos
provocada en la economía mundial, y Washington afirma que los apoya.
Su maquiavelismo consiste en que mientras suministraba armas al
gobierno egipcio, la USAID suministraba fondos a la oposición. ¿Podrá
Estados Unidos detener la ola revolucionaria que sacude al Tercer Mundo?
La famosa reunión de Davos que acaba de concluir se convirtió en una
Torre de Babel, y los estados europeos más ricos encabezados por
Alemania, Gran Bretaña y Francia, solo coinciden en sus desacuerdos
con Estados Unidos.
Pero no hay que inquietarse en lo más mínimo; la Secretaria de Estado
prometió una vez más que Estados Unidos ayudaría a la reconstrucción de Haití.
Fidel Castro Ruz
Enero 30 de 2011
http://www.cubadebate.cu/
No hay comentarios:
Publicar un comentario