ARCADI OLIVERES – FRAGMENTO DE CONFERENCIA Publicado el 03.01.11

Pero no lo contó la TV - La verdad del 11S (Por Mero)

QUIEN SE BENEFICIA DE LOS TRANSGENICOS

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sábado, 27 de noviembre de 2010

Un discurso socialmente irresponsable

Por Arturo Escobar.- En mi artículo para este número de la revista, resumo brevemente algunas de las conclusiones sobre el desarrollo a las que han llegado muchos movimientos sociales e intelectuales y académicos críticos en las ultimas dos décadas. Los comentarios que siguen están basados en dicho artículo, cuya versión completa pueden ver en la revista.
Primero, el hecho de que el desarrollo es un proyecto tanto económico (capitalista e imperial) como cultural. Es cultural en dos sentidos: surge de la experiencia particular de la modernidad europea; y subordina a las demás culturas y conocimientos, las cuales pretende transformar bajo principios occidentales. Segundo, el desarrollo y la modernidad involucran una serie de principios: el individuo racional, no atado ni a lugar ni a comunidad; la separación de naturaleza y cultura; la economía separada de lo social y lo natural; la primacía del conocimiento experto por encima de todo otro saber.Descargar libro»

UN ESTUDIO SOBRE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA DE LA MULTINACIONAL ESPAÑOLA REPSOL-YPF


Por Jesús Carrión y Marc Gavaldà.- Hoy en día se nos presenta en el Estado español la internacionalización de la economía como un éxito por el que tendríamos que estar satisfechos. El hecho que nuestras empresas sean multinacionales y estén, por lo tanto, presentes en incontables países debe repercutir de manera positiva en nuestro día a día y en el de los habitantes de los países donde se instalan. Más aun si estas empresas tienen prácticas socialmente responsables, tal y como señalan en sus informes anuales y su publicidad omnipresente. No obstante, un examen de sus actividades en otros países lanza inmediatamente datos sobre conflictos sociales y ambientales, cuya gravedad se incrementa cuando se apunta a las industrias extractivas, tal y como pasa con Repsol YPF.
Si consideramos a las empresas transnacionales de forma general, resulta innegable que su poder económico, en muchos casos, ha sobrepasado en magnitud al poder de algunos estados. De hecho, se han convertido en actores de primer orden en el mundo, no sólo en el ámbito económico, sino también político. Su influencia y sus decisiones afectan directamente a nuestras vidas, sin que tengamos una capacidad real de ejercer control sobre ellas.
Para garantizar e incrementar este poder, las empresas buscan nuevas formas al objeto de evitar regulaciones que limiten su capacidad de hacer negocios e incrementar sus beneficios. Eso puede pasar por evitar que consumidores y trabajadores no detecten los impactos reales sociales y ambientales que está provocando el normal desarrollo de su actividad. Se muestran como actores con capacidad para hallar soluciones a los problemas que provocan ellas mismas. Soluciones que no pasarán por plantear cambios estructurales, sino todo lo contrario, serán nuevas oportunidades de negocio. Y van incorporando la idea de que ciertas funciones públicas, para su cumplimiento óptimo, es mejor que pasen a ser desarrolladas por el capital privado.
La nueva receta milagrosa que da respuesta a todas estas cuestiones funciona hace unos años, y se llama responsabilidad social corporativa (RSC). Cuando decimos hace unos años, no hace tantos, ya que la primera memoria social fue presentada en 1989 por Ben and Jerry’s, y la primera gran empresa en presentar la suya fue la Shell en 19982.
Partiendo de la base que el objetivo principal de una empresa es la maximización de sus beneficios, nos surgen las siguientes preguntas sobre la RSC:
¿Es la RSC una nueva herramienta del «management empresarial», diseñada desde departamentos de marketing y relaciones públicas de las empresas, para dotarlas de una apariencia de responsabilidad ante la sociedad que le permita incrementar su reputación y la de sus marcas y productos?
¿Ayuda la RSC a las empresas a desviar la atención de la sociedad de la raíz de los grandes problemas (cambio climático, desequilibrios sociales, etc.)? ¿Llevarían a cabo RSC las empresas si no les fuera rentable y no generara ningún tipo de valor añadido para la compañía?
En definitiva, en el actual sistema económico, ¿puede ser socialmente responsable una empresa transnacional?
Para dar respuesta a todas estas preguntas, creímos conveniente, con el equipo de Àgora Nord Sud, estudiar el discurso teórico del concepto de la RSC y ver cómo, en la práctica, era aplicado por una de las empresas líderes en el Estado español, la transnacional REPSOL YPF, para acabar averiguando si REPSOL YPF puede ser socialmente responsable de verdad.
Àgora Nord Sud – Observatori del Deute en la Globalizació. 2007

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