Un Informe elaborado recientemente por el Geólogo cordobés Carlos A. Seara, y enviado a IPODAGUA en exclusivo, explica claramente las características técnicas del fenómeno desatado el martes pasado en Haití, que ocasionó la muerte de más de 100 mil personas en el país más pobre de América.


Sábado 16 de enero de 2010 //



La parte occidental de la Isla La Española se encuentra ocupada por un pequeño país Haití, ex colonia francesa; primera nación libre de la América latina (1.804), donde la población, mayoritariamente, desciende de esclavos de origen africano; con dos clases sociales, las dos de color pero perfectamente identificables: una, la gobernante que administra el estado, la economía, el comercio, la educación, etc. y la otra integrada por la mayor parte de la población, ésta, es la que padece las hambrunas, la desnutrición, las enfermedades, las epidemias, el SIDA, la mortalidad infantil, la falta de escolaridad, la carencia de infraestructura en materia de agua, saneamiento y energía, las inundaciones, los huracanes, etc.

En pleno siglo XXI la expectativa de vida, escasamente, alcanza los 50 años.

Haití ha soportado toda clase de penurias: gobiernos hereditarios, malos gobiernos, ocupada militarmente por Estados Unidos entre 1915/1934, manejos económicos espúreos de capitales foráneos socios de la aristocracia dirigente; campo experimental de nuevas drogas de laboratorios farmacéuticos internacionales.

A este pueblo resignado, habituado a lo peor, le aguardaba una tragedia más; el viento y el agua ya habían hecho lo suyo, sólo faltaba la tierra y esta tembló de modo catastrófico el martes 12 de enero último; un terremoto de grado siete en la escala de Richter, impactó la zona más densamente poblada del país: Puerto Príncipe y aledaños, sembrando el territorio de destrucción y muerte, dejando un saldo monumental de desaparecidos y daños materiales imposible de revertir, sin ayuda externa.

El fenómeno geológico tiene su explicación y para entenderlo hay que tomar como base de análisis un espacio mayor denominado “Placa Caribe” de unos 3.200.000 km2 extendido en parte por los subsuelo del mar Caribe, abarcando además, porciones de la América Central , sus límites exteriores son: por el norte la “Placa Norteamericana”, por el sur la “Placa Sudamericana” y por el oeste la “Placa de Cocos”, el límite oriental no se halla definido.

Básicamente lo que interesa en este caso es el límite norte de la “Placa Caribe” conformada por la “Fosa Caimán” extendida desde el sur de la Península de Yucatán hasta el borde oriental de las Antillas Menores. Pasando la isla La Española , hacia oriente, esta fosa cambia su nombre por el de “Fosa de Muertos”, en las inmediaciones se ubica el punto más profundo 8.600 mts. conocido como “Fosa de Puerto Rico”.

La fosa se encuentra limitada al norte y al sur por un sistema de fallas transcurrentes – fallas de rumbo, o de deslizamiento horizontal – que aunque poseen movimiento son incapaces de generar tsunamis lo que evitó un desastre aún mayor ya que el Golfo de Gonave, abierto hacia la fosa, es uno de los espacios más densamente poblados del país.

Dentro de la fosa hay un sinnúmero de islas de las cuales se destacan por su dimensión Puerto Rico y la Española sin la Península Tiburón es decir, la estrecha franja de tierra que limita por el sur el Golfo de Gonave. Esta última porción pertenece, junto a Jamaica, a la litología propia de la placa caribeña.

El fenómeno sísmico se produjo en la falla del borde sur de la fosa, con el hipocentro ubicado a 8 kms. de profundidad y el epicentro distante 15 kms. de la capital de Haití, sobre tierra firme, en la Península Tiburón.

La respuesta diferente al movimiento sísmico en la isla, debe atribuirse al comportamiento litológico dispar del sustrato, las porciones enclavadas en la fosa se movieron menos, porque los materiales resultaron más plásticos a la hora del pasaje de las ondas vibratorias, mientras las emplazadas sobre el borde de la placa, soportaron el movimiento de modo mucho más intenso.

A lo apuntado deben agregarse como elementos antrópicos adversos: la concentración urbana en un área de alto riesgo geológico – 4.000.000 de habitantes solo en Puerto Príncipe -; construcciones sin atender a normas antisísmicas; edificaciones en altura, concentradas, sin una planificación urbana adecuada – la zona de mayor desastre ha sido el sector central de la ciudad capital: palacio de gobierno, hoteles, edificios de oficinas nacionales e internacionales, etc. -.

Los sectores populares de viviendas precarias, parecen haber sufrido menos el colapso, bajo otras condiciones, el número de victimas podría haberse incrementado de manera exponencial. EN ESTA OCASIÓN LA MISERIA PROTEGIÓ AL POBRERÍO,…. HAY-de-TI, HAITI.

Autor: Carlos A. Seara

Geólogo- Córdoba

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