Empresas intentan remplazar cultivos tradicionales, denuncian
Alertan de contaminación de maíz con semilla transgénica
Presentan el libro El maíz no es una cosa: es un centro de origen
Angélica Enciso L.
Periódico La Jornada
Miércoles 29 de febrero de 2012, p. 50
Miércoles 29 de febrero de 2012, p. 50
La contaminación del maíz tradicional con semillas genéticamente modificados, que comenzó en México hace una década, fue intencional por parte de las empresas de transgénicos, ya que de esa manera buscan remplazar el cultivo convencional en el país, señalaron analistas.
Un proceso similar ocurrió en Argentina con la soya, donde el cultivo del producto natural prácticamente fue sustituido por desarrollos transgénicos y ahora se siembran 20 millones de hectáreas con estos productos, advirtieron en el foro Tejiendo resistencia, los pueblos del maíz frente a los transgénicos, organizado por La Jornada y Casa Lamm, el lunes por la noche.
Allí también se hizo una de las presentaciones del libro El maíz no es una cosa: es un centro de origen, de la Red por la Defensa del Maíz, editado por Grain y Casifop, entre otras organizaciones, en el que se hace un recuento de la lucha de la red frente a la expansión del cultivo de transgénicos.
Son tan sólo unas cinco empresas las que controlan la producción de alimentos en el mundo, desde las semillas hasta el supermercado, y para ellas no existe la visión sagrada que para muchas culturas tienen ciertos granos, sostuvo Carlos Vicente, de Grain Argentina.
La autorización reciente que dio el gobierno para que Monsanto realice pruebas piloto para el cultivo de maíz transgénico en México se hizo contra todas las opiniones, desde las de campesinos y consumidores hasta las de científicos. Los desarrollos transgénicos son un instrumento corporativo para apropiarse de las semillas, un elemento clave, del sistema alimentario, sostuvo Silvia Ribeyro, del grupo ETC.
En su intervención, dijo que el gobierno federal tomó la decisión de autorizar estos cultivos en favor de unas cuantas empresas y en contra de millones de campesinos y de los 10 mil años de domesticación del maíz.
Un ejemplo de los impactos de los desarrollos transgénicos ya lo sufren los productores apicultores de la península de Yucatán, quienes se vieron impedidos de exportar 42 toneladas de miel a la Unión Europea, debido a que podrían estar contaminadas con soya transgénica, lo cual fue corroborado y debieron etiquetarlo, pero ¿quién va a querer consumir esos productos?, se preguntó Álvaro Mena, del pueblo maya de Campeche.
Explicó que en Yucatán la Secretaría de Agricultura ya autorizó el cultivo de 30 mil hectáreas de soya, y otras 7 mil en Campeche. Además, dijo, el abandono en que el gobierno tiene al campo hará más fácil la entrada de maíz transgénico.
Cuando se descubrió la contaminación del maíz fue un momento oscuro para todos, fue tan perverso; si se atrevieron a hacerlo con este grano, que es algo sagrado, después se atreverán a cualquier cosa, aseveró Camila Montesinos, de Grain Chile.
Otra presentación del libro se realizó ayer por la tarde en el Centro Miguel Agustín Pro Juárez.
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