América Latina está expresando su voluntad crítica a la minería con mayor claridad.
Las protestas que más de una década atrás eran un intento por ser infructuosamente escuchados, hoy es una advertencia material, concreta, sustantiva.
El caso Conga que mostró la inconsistencia de un gobierno barnizado de progresismo por un lado, y la arrogancia técnica y económica de una empresa con nutrido prontuario social y ambiental por otro, hoy comparte la información en los medios de comunicación de la región donde, a la vez, se levantan voces antimineras reclamando derechos no respetados en prácticamente todos los rincones de América Latina.
Una de las manifestaciones regionales más contundentes a la invasión minera, fue la expresada en Puno el 2011 y que fue suspendida pues peligraba la elección de Humala en la segunda vuelta electoral del Perú.
Puno puso en jaque la política minera peruana siempre dispuesta a sacrificar ambiente y a las comunidades en aras de los intereses transnacionales. (http://www.conflictosmineros.net/contenidos/19-peru/8130-aseguran-que-impediran-mineria-en-el-sur-de-peru)
No obstante antes que Puno, también en el sur del Perú se había levantado la población de Islay contra el proyecto Tía María de la empresa Southern, propiedad del grupo México. El proyecto debió ser suspendido y el gobierno de Alan García se escudó tras las Naciones Unidas para que sus expertos se pronunciaran sobre el estudio de impacto ambiental. Una situación extraña en un país con experiencia minera suficiente, pero tal vez con cobardía política, en este caso del gobierno de la época, frente a la oposición decidida de la comunidad de Islay. Una de las pocas rupturas políticas por sostener la consistencia socioambiental la constituyó la renuncia del viceministro de ambiente de Humala, José de Echave, justamente por el conflicto Conga.
Hace poco, los indígenas panameños, nuevamente pusieron en duda la capacidad del gobierno de ese país para imponer la minería mediante reformas legislativas que benefician a las transnacionales, y con nombre y apellido. Ya había celebrado el embajador de Corea del Sur la aprobación de leyes que le permitían a una minera coreana desarrollar un proyecto ampliamente rechazado por las comunidades. Luego de largas jornadas de lucha, paralización y ocupación de vías el gobierno tuvo en ese entonces que de dar pie atrás. (http://www.conflictosmineros.net/contenidos/26-panama/6881-presidente-panameno-anuncia-derogacion-de-reforma-minera)
Nuevamente la pasada semana se repitió un escenario parecido. Ahora con víctimas fatales, heridos y desaparecidos el gobierno tuvo que sentarse a la mesa de negociación a discutir lo que sucederá con la minería, y precisamente con los afectados.
Argentina es otro ejemplo de resistencia minera contundente y decidida a pesar del entreguismo del gobierno de Cristina a las transnacionales y especialmente a la empresa Barrick, conocida por un nutrido prontuario y una historia de reputación extremadamente cuestionable. Es claro que en ciertas zonas de Argentina, donde las mineras tienen sus proyectos, estas mandan a través de los administradores de las provincias. No basta sin embargo el aval del gobierno central, la apuesta es dominar a las provincias y de esta forma acallar las voces de protesta y las acciones de entorpecimiento de las faenas mineras.
Aun así, con corrupción, desprestigio, represión, amenazas, criminalización y atropello a los derechos humanos, las comunidades obtienen de la fuerza de sus convicciones de defensa de la naturaleza, el agua, sus territorios y sus derechos la entereza para levantar la mano en alto y detener el paso de camiones mineros ya sea que se dirijan a La Alumbrera o amenacen el cerro El Famatina.
El escenario ha estado agitado los últimos meses. Desde México y la defensa de los sitios sagrados de Wirikuta amenazada por las mineras canadienses, pasando por Centroamérica y luego Colombia con la oposición a La Colosa en Cajamarca, siguiendo con la Vale en Brasil, elegida por Public Eye como la peor transnacional del 2011 hasta llegar a la patagonia, sin olvidar las criticas a la política pro-minera del Ecuador, la oposición a la minería crece, se especializa, se fortalece, se articula, se expresa cada vez mas clara y convincentemente.
Del otro lado, las empresas mineras canadienses han acusado el golpe y expresan su creciente desesperación frente al incremento de la resistencia minera en América Latina.
Recientemente quedó manifiesta dicha preocupación al presionar a la agencia de cooperación canadiense, ACDI, con el apoyo de algunas ONGs para apoyar con financiamiento proyectos de responsabilidad social empresarial en comunidades afectadas por la minería. Según Catherine Coumans, investigadora de Mining Watch Canadá, una ONG crítica a la intervención minera canadiense en el mundo, ACDI habría destinado 6,7 millones de dolares para tres proyectos de este tipo. (http://www.conflictosmineros.net/contenidos/18-internacional/9561-la-historia-de-fondo-de-las-asociaciones-de-acdi-con-empresas-mineras)
ACDI, una agencia de cooperación que alguna vez apoyó ONGs críticas a la minería, hoy se pone cada vez mas al servicio de los intereses de la industria minera canadiense, lo que expone la política del gobierno en materia minera exterior.
Pero existen también otras estrategias implementadas que muestran la desesperación de industria minera frente a la creciente resistencia.
Recientemente en Andalgalá, Argentina donde la canadiense Yamana Gold tiene concesiones en el yacimiento Agua Rica, se denunció la intervención de patotas pro-mineras realizando actividades de control en vías públicas con el objeto de interferir la oposición a la minería. Con controles al estilo policial en carreteras para impedir el paso de antimineros, las patotas intentaron frenar el efecto de la resistencia minera. Esta actividad, expresan los denunciantes de este hecho, se realizó con la significativa ausencia de la policía, lo que se interpreta como una acción plenamente organizada que obedece a estrategias de protección a la minería transnacional atropellando los derechos civiles y humanos. (http://boletinmovidaambiental.blogspot.com/2012/02/andalgala-sitiada-por-patotas.html)
Son expresiones de la desesperación minera que ha llegado a cobrar incluso la vida de opositores, activistas y líderes en toda la región, especialmente en México, El Salvador, Perú y Colombia.
La importancia de Conga en Perú y el proceso que llevó el conflicto de Cajamarca a todo el país mediante la “marcha del agua” marca un hito fundamental en ese país. Plantea reformas profundas que permitan proteger de forma cada vez más integral las bases del desarrollo local y evitar la destrucción ambiental y el atropello a las comunidades que dependen especialmente del agua.
Las propuestas de la marcha que se materializan también en proyectos de ley, apuntan a la protección efectiva de las cabeceras de cuencas para la conservación y el desarrollo de los recursos hídricos. Ello lleva a considerar que las cabeceras de cuencas debieran ser zonas intangibles para todas las actividades que amenacen su conservación. Sin duda un importante avance legislativo si se logra este objetivo de la marcha del agua.
Otro aspecto esta relacionado con la prohibición de sustancias químicas y peligrosas como son el cianuro y el mercurio en la minería. Actualmente la gran minería de oro y plata depende en gran medida del uso del cianuro de sodio para procesar los metales preciosos. La minería artesanal depende también del mercurio para el proceso de refinación del oro.
Sin embargo menos conocido es que la mayoría de los yacimientos de oro y plata contienen importantes cantidades de mercurio, que ya ha causado desastres como el acontecido en Choropampa en Cajamarca cuando un camión al servicio de la conocida mina Yanacocha de Newmont derramó ese tóxico metal con consecuencias desastrosas hasta el día de hoy.(http://www.conflictosmineros.net/contenidos/19-peru/5577-choropampa-10-anos-despues-del-desastre )
Con estos antecedentes vemos que las reivindicaciones de las comunidades y los movimientos sociales comienzan a expandirse, mas allá de un NO a la minería que aunque legítimo en la mayoría de los casos abarca propuestas de protección y desarrollo desde dentro, sin depender de las inversiones mineras que más que todo exacerban la “maldición de la abundancia” y que poco o nada aportan a resolver nuestros problemas principales. Por el contrario, dejan tras si un legado de degradación ambiental, social e incluso moral, extremadamente difícil de reparar.(http://www.albasud.org/noticia/es/70/quot-la-maldicion-de-la-abundancia-quot-nuevo-libro-de-alberto-acosta)
Una de las noticias alentadoras para las luchas mineras en América Latina es el creciente rechazo a esa actividad en otras partes del mundo y que se transforma en una eventual oportunidad para la internalización de la lucha de resistencia a la minería. Una amenaza mayor que causaría tal vez una extrema reacción de temor de la industria minera transnacional que habría que evaluar en su momento.
Coumans nos menciona en su articulo sobre la agencia de cooperación canadiense ACDI que “Hay al menos 10 moratorias provinciales y 32 municipales a la minería a gran escala en las Filipinas, que condujeron a una resolución presentada en la Cámara de Representantes en 2010, donde se pide una moratoria sobre la minería a gran escala en el país en su conjunto” (http://www.conflictosmineros.net/contenidos/18-internacional/9561-la-historia-de-fondo-de-las-asociaciones-de-acdi-con-empresas-mineras)
Si bien es cierto la resistencia minera es el pilar de las luchas por recuperación y ejercicio de derechos frente a esta contaminante y destructora industria, también lo son las estrategias hacia la consolidación de una política tanto nacional como ha sido el caso de Costa Rica su prohibición a la minería a cielo abierto, las reivindicaciones de los movimientos sociales en Perú con la marcha del agua, como en toda Latinoamerica, a través de uno o más movimientos articulados y enfrentados al mismo desafío: librarse de la minería como eje central de las políticas económicas de la región. Una tarea emprendida y un camino lento pero sostenido, aún por recorrer.
- César Padilla, Observatorio de Conflictos Mineros de América OCMAL
http://www.alainet.org/active/52783&lang=es
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