Nuevas potencias emergen sobre aguas ajenas
Amazonia brasileña
13 Abr 2011Por IPSBrasil, abanderado de esta política en América Latina, tiene un acuerdo para levantar cinco complejos hidroeléctricos en Perú y está interesado en dos similares que dependen de acuerdos con Bolivia, uno binacional por ubicarse en la parte fronteriza del Río Madera y otro totalmente boliviana
Amazonia brasileña
Los países emergentes construyen numerosas centrales hidroeléctricas para darle energía a su expansión económica, con diferente repercusión en su vecindario. Mientras en América Latina esa estrategia es planteada como un proceso de integración, en Asia genera tensiones por el uso compartido de ríos.
Brasil, abanderado de esta política en América Latina, tiene un acuerdo para levantar cinco complejos hidroeléctricos en Perú, con participación de capitales en firmas concesionarias y en las propias obras, y está interesado en dos similares que dependen de acuerdos con Bolivia, uno binacional por ubicarse en la parte fronteriza del Río Madera y otro totalmente boliviana.
Todos son proyectos que en buena parte de la energía generada se destinará a Brasil, donde el gobierno prevé un aumento de la demanda de electricidad de 5% por año hasta 2019, cuando se requerirá de una capacidad instalada de 167.078 megavatios, más de dos tercios de los cuales serán de fuente hidráulica.
Construir represas afuera del país es una manera de eludir la fuerte oposición ambiental y de los indígenas que afrontan esas obras en la Amazonia brasileña, que concentra la casi totalidad del potencial hidroeléctrico nacional aún por aprovechar.
Cachuela Esperanza, en el río Beni, en el norte de Bolivia y cerca de la frontera brasileña, tendrá una potencia de 990 megavatios, según un proyecto elaborado por la consultora canadiense Tecsult. Un volumen equivalente a casi toda la demanda actual de energía de ese país del altiplano andino.
"Solo será rentable si exporta más de 90% de lo que genera", dijo a IPS Walter Justiniano, un ingeniero de la vecina ciudad de Guayaramerín, especializado en el tema. "Es que su distribución interna exigiría construir extensas líneas de transmisión, puesto que el primer gran centro consumidor está a 1.000 kilómetros de distancia", explicó.
En tanto, el proyecto de Riberón (Ribeirão, para los brasileños), en el limítrofe río Madeira, se prevé que tenga una capacidad de 3.000 megavatios, que igualará a Itaipú, la segunda mayor hidroeléctrica mundial, construida hace 27 años por Brasil en la frontera con Paraguay.
Estos dos proyectos están aún en estudio, según Alberto Tejada, gerente de Generación de la boliviana Empresa Nacional de Electricidad (ENDE).
Cachuela Esperanza depende de la evaluación de "cuestiones técnicas, políticas de soberanía, seguridad y cuidado del medio ambiente", señaló el funcionario a IPS. "Las gestiones para su financiamiento y construcción no están muy avanzadas", admitió, aunque el presidente de Bolivia, Evo Morales, manifestó en enero su disposición de impulsar el proyecto.
Por su parte Riberón depende de un acuerdo entre Bolivia y Brasil, "que garantice los tratados aplicables a ríos internacionales de libre navegabilidad", observó Tejada.
Añadió que un equipo técnico boliviano estudia el inventario del potencial hidroeléctrico de tres ríos de la cuenca compartida con Brasil, que servirá de base a las negociaciones.
El agujero negro de Asia
La situación es mucho más compleja en Asia, con China como escenario del nacimiento de los grandes ríos que escurren hacia India y el sudeste asiático. La demanda de este gigante aumenta el consumo de energía mucho más aceleradamente que Brasil, debido a sus 1.300 millones de habitantes y un crecimiento económico constante superior a 10% anual.
China avanza en por lo menos 81 grandes proyectos hidroeléctricos solo en los ríos Mekong, Yangtzé y Salween. La avalancha de represas de ese país preocupa naturalmente a todos sus vecinos, que dependen de esos cursos de agua para sus propios planes.
Camboya, Laos, Tailandia y Vietnam, que reciben las aguas de China, crearon en 1995 la Comisión del Río Mekong (MRC, por sus siglas inglesas) para promover un manejo sustentable y cooperativo de la cuenca.
Este grupo se sorprendió con la dramática baja del Mekong por la sequía del verano de 2009 y no descartaron que la razón principal haya sido que China acumuló más agua de la debida en 21 represas existentes en el tramo del río en su territorio.
Pero la debilidad del MRC en resistir las presiones chinas es criticada por organizaciones como la no gubernamental Red Internacional de Ríos (IRN, por sus siglas en inglés).
Además, Laos anunció en marzo que construirá la represa hidroeléctrica de Xayaburi, con capacidad para generar 1.260 megavatios, lo cual provocó protestas en Vietnam, que teme que esa obra provoque graves daños a su agricultura y a la cría de peces del delta del Mekong.
Pero Xayaburi es sólo la primera de las 11 centrales que estudian construir en el río Mekonglos gobiernos de Camboya, Tailandia y Laos, nueve de ellas en ese último país.
En ese marco, los estados grandes buscan adueñarse de los recursos de la región. Birmania, que es uno de los que presenta todas esas "ventajas", atrae inversiones de Bangladesh, China, India y de Tailandia.
Capitales de esos cuatros países ya construyen en Birmania 29 complejos hidroeléctricos, que sumarán 19.413 megavatios de potencia, y planifican otros 14.
Firmas de China son las mayores constructoras de proyectos en su país y en la vecindad, un ejemplo más del crecimiento de este país como "inversionista masivo en la región", evaluó Carl Middleton, de la campaña del Mekong de IRN.
América del Sur tiene excedentes energéticos, con excepciones de Chile y Uruguay, y disponibilidad de fuentes, como petróleo, hidroelectricidad, gas natural o carbón, que varía entre los países. Además, "unos países tienen recursos naturales, pero no capital ni tecnología".
Esas condiciones justifican buscar la "integración energética", que, además de complementariedad, permite "mayor conocimiento entre los vecinos", sostuvo Daniel Falcón, diplomático de la División de Recursos Energéticos no Renovables de la cancillería brasileña.
Cachuela Esperanza representará para Bolivia nuevos ingresos fiscales, más energía para alentar la actividad productiva y una mejor calidad de vida en el norte amazónico de ese país, además de reducir el uso de hidrocarburos para generar electricidad, evitando así emisiones de gases invernadero, arguyó Tejada.
Pero, a la vez, exigirá un embalse "casi tan grande como el de Itaipú", con lo cual se inundarán bosques, advirtió el ingeniero Justiniano, coincidiendo con otros críticos de la construcción de represas hidroeléctricas "brasileñas" en Perú, que las consideran innecesarias y destructoras de una rica biodiversidad.
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