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miércoles, 20 de enero de 2010

Haití doliente y constante


Escrito por Alfonso Cadalzo Ruiz
Martes, 19 de Enero de 2010 05:09

La imagen devastadora del sismo que sacudió Haití. FOTO: AIN Daniel MOREL/AFP/sdl

El surrealismo geológico se presentó con su patética secuela de dolor. Un poderoso sismo, el más devastador en un siglo para la porción oeste de la isla La Española, la sacudió para dejar tras de sí una cuota irreparable de pérdidas humanas y materiales, en un país que durante algo más de 200 años de vida nacional no ha podido levantarse de sí mismo ni de la acechanza foránea. Las imágenes espantan lo mismo que la intencionalidad con que algunos las captan para que el mundo contemple al detalle una realidad casi apocalíptica, de la misma manera que se solaza con una película de horror.

El quebrantamiento geográfico, étnico, político y cultural se suma esta vez al impuesto por el desastre geológico en un país donde la erosión ha mancillado más de 60% de su territorio por la tala indiscriminada – solamente poco más del 39% de sus tierras son cultivables – y una riqueza minera casi extinta.

Solamente el clima y unas pocas playas constituyen las ínfimas fuentes de ingreso a las cuales se suma la extracción de bauxita, algunas exportaciones de café, instalaciones textiles de capital extranjero y coloridas artesanías. Detrás de sus cantos y bailes que atraen a turistas subyace una nación donde sólo trabaja la mitad de su población en edad laboral y la esperanza de vida rebasa poco más de los 50 años.

Hoy los ojos de todo el mundo han vuelto la mirada hacia Haití. ¿Por qué tan aparentemente inexplicable desastre? Lo que en su primera etapa independentista pretendió ser una monarquía tiene hoy como emperatrices la miseria, la destrucción y la desesperanza. Ojalá que las incontables voces que han comenzado a alzarse para ponerle coto a esa triste realidad no sean quiméricos cantos y decidan en conjunto, y sin pretensiones geopolíticas, poner por encima de todo la sensibilidad humana.

El arte haitiano se ha hecho sentir en Cuba

Como ayer – y hoy mucho más – Haití necesita ser levantado de sus escombros arquitectónicos y de sus heridas sociales y humanas; también la razón exige que se le levante de los escombros y heridas provocadas por la rapiña de las viejas potencias europeas que, aún después de declararse independiente, se la disputaron. Codiciada por las viejas metrópolis de Francia, Inglaterra y España; más tarde en la primera mitad del siglo XX fue ocupada por los Estados Unidos (1915 – 1930) en lo que fue otro escollo para su camino largo y angosto hacia la identidad y, por si pareciera poco, la oscurantista tiranía del clan de los Duvalier.

De una herida geológica puede salvarse un pueblo, tal vez cuesten generaciones, pero es más difícil revivificar su espíritu nacional si éste, en condiciones como las de Haití sufre, además de lo que la naturaleza impone, las grotescas recurvas de la historia.

Su pueblo, mayoritariamente iletrado, precisa de la colaboración para aprender a leer y escribir, y así tomar mayor conciencia ciudadana en su necesario proceso de integración interior. La asistencia solidaria en materia de salud que sostenidamente le ofrecen Cuba y los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América está, desde hace años, inspirada en el ideal de edificación nacional del pueblo haitiano.

Haití es un pueblo como todos los demás, con la capacidad humana y moral para elevarse y encontrar las alternativas que lo guíen a su desarrollo. A esa nación, pobre desde siempre y desolada hoy, le debemos en gratitud buena parte de nuestro desarrollo cafetalero. Muchos de sus hijos vinieron en las postrimerías del siglo XVIII – hacendados y jornaleros – para asentarse definitivamente en nuestro suelo y aportar su laboriosidad en busca también de una esperanza.

En el arte de Cuba se han hecho sentir personalidades haitianas como la inolvidable intérprete Martha Jean Claude, quien fue una figura aplaudida en la Radio y Televisión Cubanas. Novelas estelares como “El Compadre General Sol”, de Jacques Stephen Alexis, y “Gobernadores del Rocío”, de Jacques Roumain, han acaparado la atención de nuestra radioaudiencia por generaciones. Y aún más, Haití ha sido para nuestra intelectualidad una nación inspiradora: Alejo Carpentier, novelista, poeta, musicólogo, ensayista y hombre de la Radio, fue seducido por el encanto de esa cercana isla cuando escribió sus novelas “El reino de este mundo” y “El siglo de las luces”, ambas versionadas por nuestras antenas. La vocación al surrealismo y su pasión por lo real-maravilloso hicieron que Carpentier descubriera en Haití una fuente todavía inagotable de material histórico-literario. Sangre haitiana fluye hoy por muchas venas de Cuba, y por eso su dolor de hoy es también nuestro pesar.

En esta hora Haití gime y clama por la ayuda decisiva para sanar sus heridas y cerrar las arterias por donde desangra; es una pesadilla para la que no alcanzan definiciones. Esta es la ocasión para accionar las herramientas de la compasión y la solidaridad sostenidas para que, tras el dolor, se abra paso en tierra insular al este del Paso de los Vientos un atisbo de esperanza. Cuba es consecuente con ese ideal por sana gratitud, vocación humana y rectitud de principios.
http://www.radiocubana.cu/index.php/noticias-de-la-radio-cubana/2-noticias-internacionales/530-haiti-doliente-y-constante

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