Una de las características de nuestra época es el crecimiento exponencial en el número de investigaciones científicas así como de sus cada vez más rápidas aplicaciones prácticas.
De ello somos testigos a diario, pues cada día nos invaden sin permiso nuevos artilugios electrónicos que, una vez establecidos dentro de todas las sociedades, se hacen poco menos que imprescindibles para la vida.
Entre ellos se cuentan los ubicuos teléfonos celulares, sistemas de posicionamiento global, microprocesadores embebidos en infinidad de efectos electrodomésticos e industriales, invisibles satélites que desde las alturas permiten el funcionamiento de las telecomunicaciones, los sistemas de alerta meteorológicos, de monitoreo climático, etc.
Desde cierto punto de vista, la electrónica define así nuestra época histórica; por haber cambiado -y lo sigue haciendo- la forma en que trabajamos, fabricamos bienes, nos comunicamos y establecemos redes sociales, nos divertimos, etc.
Pero todo ello depende, por supuesto, de los minerales necesarios para la fabricación de los circuitos electrónicos. Y entre ellos, junto al silicio, se encuentra el tantalio, cuya fuente principal es un polvo metálico de color gris oscuro denominado comercialmente Coltán, resultante de la mezcla de columbita -óxido de niobio (Nb2O6 ) con hierro y manganeso (Fe, Mn), -y la tantalita -óxido de tantalio (Ta2O6) con hierro y manganeso (Fe, Mn)-.
Niobio o columbita son los nombres que recibe el elemento químico con número atómico 41. Columbita fue su nombre original dado en 1801, en tanto niobio fue el que recibió oficialmente en 1950 por la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada. Es muy usado actualmente como ferroniobio y como níquel-niobio de alta pureza en la elaboración de superaleaciones metálicas imprescindibles en la fabricación de motores a reacción para aviones, o partes de los motores de cohetes de todo tipo.
Por su parte, el tantalio es un elemento dúctil, altamente resistente a la corrosión por ácidos, buen conductor térmico y de la electricidad y con un alto punto de fusión. Además de las mencionadas aplicaciones en la electrónica moderna, en aleaciones con varios metales es muy empleado en la fabricación de herramientas (de carburo) para el procesamiento de metales así como en superaleaciones.
Dada la gran utilidad de ambos, aunque principalmente por su valor en la electrónica, es lógico que el Coltán sea muy demandado por los países mas industrializados.
Pero para complicar las cosas, hasta donde se sabe los yacimientos de Coltán en el mundo son relativamente escasos. Las principales reservas se encuentran en Australia, Brasil, Canadá, República Popular del Congo, Etiopía, Ruanda y Venezuela.
Así se entiende que la combinación de ambos factores, más o menos escasa extensión de los yacimientos junto a una creciente demanda, sea altamente explosiva.
Como consecuencia, el valor comercial de un kilogramo de Coltán se encuentra alrededor de los 500 dólares norteamericanos, suficiente para despertar la codicia de algunos No obstante, su precio exacto puede variar del mencionado, pues en ese mercado no existen precios públicos internacionales (estos se negocian directamente entre productor y comprador),
Por otra parte su extracción de la tierra no requiere de alta tecnología, por lo que es fácil ver en varios países pobres -y otros no tan pobres- a mineros ilegales robando esos recursos al mejor estilo de la fiebre del oro estadounidense de fines del siglo XIX.
El caso más conocido y crítico, por la pobreza de las poblaciones locales y la falta de control gubernamental efectivo sobre los yacimientos, es el de la República Popular del Congo, donde los diferentes "criterios" en cuanto a la explotación de esos recursos y el destino de las divisas que genera ha terminado en sangre con demasiada frecuencia.
También, en aquellas regiones en las que no se vigila y regula adecuadamente el acceso y trabajo en los yacimientos, la salud de los trabajadores puede verse en peligro por recibir un exceso de radiaciones ionizantes, según alertaron científicos del Departamento de Física y del Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad de Nairobi en la revista Journal of Radiological Protection.
Pero en relación con ese codiciado mineral hay otro elemento, no precisamente científico, con importantes consecuencias sobre pueblos y gobiernos de países ricos en Coltán: con pocas excepciones, los países productores carecen de la tecnología necesaria para elaborar concentrados listos para usarse en la industria electrónica. Así, Brasil y Canadá son los principales productores de concentrados minerales de Niobio, y ellos dos más Australia, lo son de concentrados de Tantalio.
Por otra parte, ninguno de los grandes productores mundiales de equipos electrónicos que incorporan algunos de los minerales presentes en el Coltán, como Estados Unidos, varios miembros de la Unión Europea o Japón, poseen yacimientos de consideración o calidad.
De esa manera, la irregular distribución geográfica de los yacimientos de Coltán, de la capacidad para su procesamiento, y de la manufactura de equipos electrónicos, abre las puertas para diversas y complejas relaciones internacionales.
En el mejor de los escenarios puede desembocar en una fructífera y beneficiosa colaboración bi o multilateral. En el peor de ellos, cuando la voz del capital se impone, ser fuente de serios conflictos de intereses político-económicos. (PL)
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